Rodalquilar, nuestro hogar…

Mis padres vivían en Rodalquilar, él era capataz en las Minas de oro, y ella era una joven ama de casa con tres hijos pequeños. Juntos deciden emprender un gran viaje en busca de un futuro mejor. Llegaron tan lejos, tanto, que no pudieron encontrar a tiempo el camino de vuelta.

Yo nací en esa lejanía.

Un giro fortuito me puso de nuevo en el camino. Desandé los pasos de mi familia y pude regresar a nuestro hogar, a Rodalquilar. Decidí adentrarme en la cueva, buscar el rastro de los míos y adorar por siempre esas cálidas tierras, llenas de prados de lavanda, palmitos, azufaifos, viejos olivares e higueras. Elegí disfrutar de los diversos pigmentos que la luz del Cabo nos regala cada día en el mar, en el cielo, y en esas doradas montañas, los colores más hermosos jamás vistos por mis ojos en cualquier otro lugar.

Aquí volví, junto a mis hijos y mi marido, llenos, inmensos de inspiración y de deseo por compartir nuestra bonita tierra.

¿Sabías que Rodalquilar es una caldera volcánica? Su energía es tan especial como la de los amantes de este lugar…

Bienvenidos.

Marlene